
QUE CUENTICO TAN SABROSITO
(O LA HISTORIA DE LA FULANA QUE SIGUE A CONTINUACIÓN)
FIN
Pd1. Si, como es de esperarse si se comieron los dulces, y no dejaron ni uno; e ave María que gente tan muerta de hambre, pero por otro lado ¡qué bueno!, porque no hay nada más maluco que le dejen a uno la comida servida, mejor avisen; como dicen por ahí a papaya puesta, papaya p…
(O LA HISTORIA DE LA FULANA QUE SIGUE A CONTINUACIÓN)
Se encontraba Marixa Anacracia por ahí sentada en un andén toda desparchada mascándose un chicle que se había encontrado, y disfrutándose unos chismes ajenos que se estaba pateando desde donde se hallaba, cuando en esas venia Euclides Fernando a toda mierda en una bicicleta que había tomado prestada (por allá de donde él venía), y al ver que ya se estrellaba pero encima de la Marixa, con desesperado afán intento frenar, pero no pudo, porque los frenos estaban dañados, y un, dos, tres, que tras, tras, tras. Chispun, chispan, se fue sobre la incauta Marixa que por andar parando oreja y mirando para el otro lado, no se dio cuenta que ya lo tenía pero adentro, me refiero al manubrio, de la bicicleta que se le incrusto en un brazo, pero como la Marixa era bien berraca, ni le dolió, ya que ella estaba acostumbrada, así a palo seco, y además porque el Euclides Fernando le cayó encima de cara sobre las tetas de ella que le amortiguaron el porrazo, y él todo aturdido, pero amañado porque eran bien grandes, las contusiones que sufrió el pobre, que casi que no es capaz de pararse, y cuando lo intentaba se venía otra vez encima de la Marixa, así duro unas cuatro o cinco veces, hasta que tuvo las fuerzas suficientes para levantarse, y después cuando se dieron cuenta que la Marixa estaba así toda ensartada con esa vaina clavada en el brazo, corra marica que pa’ mañana es tarde les gritaba el vecino de la tienda mientras les ayudaba a parar un taxi que los llevara con cicla y todo, hasta que por fin uno les paro, y en ese se fueron para el hospital más cercano que quedaba a unas 30 cuadras, sino es que eran más, hicieron vaca entre los dos para poder pagar el taxi cuando llegaron, y como Euclides andaba sin papeles del seguro porque la cicla no era suya, le figuro a Marixa estrenar su carné de Bambisalu, muy de buenas que ella tenía esa seguridad, porque si no todavía andaría la pobre con esa cosa metida ahí, en el brazo, o tal vez ya se hubiera muerto de un tétano bien macho, vaya uno a saber, además los repuestos de la bicicleta le salían muy caros, y pues como un clavo saca otro clavo, tenga que tome pa’ que lleve que el Euclides Fernando prendado de la Marixa Anacracia, quería expresarle y darle, toda su gratitud por salvarle la vida, así que la invito, a una taberna-bar llamada El TabernaCulo de San Parcelorico (nombre dado en honor al bendito santo de las desesperadas por bochín, y de los desesperados por darle alegría a tu cuerpo macarena – bueno en este caso a Marixa Anacracia) y pues como es aquí es allá, y refurin fun fly – yeah maracuyeah, toma que te doy, pa’ los dulces, porque el que da recibe, por arriba y por abajo, izquierda y derecha, y esto y aquello, y lalalala, y
Pd1. Si, como es de esperarse si se comieron los dulces, y no dejaron ni uno; e ave María que gente tan muerta de hambre, pero por otro lado ¡qué bueno!, porque no hay nada más maluco que le dejen a uno la comida servida, mejor avisen; como dicen por ahí a papaya puesta, papaya p…
Pd2. Y que papaya, si vieras nada más la calida, no, no, no, tipo exportación, selecta, selecta.
Pd3. Ummm, papaya, que ¡Rico!
Att.
J.R.C.S.